Madrid, 1948, Joyería Aldao.
Quisiera que me muestren la joya más espectacular, de todas las que tienen.
Durante un momento los empleados, dudaron, se miraron y accedieron.
Ante la profunda y a la vez aterciopelada mirada de María Felix, se desvela el secreto mejor guardado: un collar pectoral, íntegramente cuajado de brillantes, imperial, como según se dijo procedía de la casa de Habsburgo, un intrincado y caprichoso diseño con roleos y volutas, salpicado con calabacines de esmeraldas y perlas en forma de lagrima.
Se dijo de él que en realidad, era una tiara, que podía usarse como collar, pero cuando llegó a manos de María el armazón para montar la tiara ya no existía…
En el centro del collar hay un gran diamante de corte irregular, probablemente un diamante de talla antigua. Es también posible, que las perlas en forma de lágrima, fueran perlas naturales y no cultivadas aunque es sólo una especulación.
Pero… la pieza le estaba vetada, Doña Carmen Polo de Franco la tenía para obsequiársela a Eva Perón en agradecimiento por los víveres que enviara a España. María no estaba decidida a renunciar a el, pidió a su amigo Luis Basurto, que la acompañaba detuviera un taxi; entretanto, María se probaba la joya, y sin dar tiempo a reacción alguna salió de la joyería con el collar puesto.
De la joyería llamaron desconsolados al empresario Cesáreo González contándole lo sucedido. Él, desesperado toco la puerta de la suite de María rogándole que devolviera el collar, antes de que se formara un lío internacional. Sin abrir la puerta respondió: «Si quieres que te firme el contrato por diez películas me quedo con el collar».
Y se quedó con el y lo exhibió como y cuanto quiso, había ganado.
Esta es la historia que contaba María, pero a ella le gustaba aderezar sus historias con una dosis de fantasía.
Es una historia, una historia digna de una película.
Lo más probable, es que la propia «Doña» se sintiese inspirada y que en la transmisión oral o escrita de la misma alguien haya aportado de su cosecha.
Nunca perteneció a la casa de Habsburgo.
Jamás fue una tiara.
Nunca la joya estuvo reservada para obsequiar a Eva Perón.
Lo más importante no era de la joyería Aldao.
La casa Aldao no comercializaba piezas de segunda mano.
Se podría pensar que quizás un cliente de la casa le comentó a su joyero de confianza, en este caso la familia Aldao, para que le encontrasen un comprador, para una pieza importante y que además llevaba el añadido de la historia.
Si, la pieza pasó por Aldao pero…..fue llevada a la misma joyería por la actriz.
María Felix, adquirió esta espectacular pieza en una casa de empeño madrileña, y se acercó a la casa Aldao para que estos la restaurasen y volviesen a darle su antiguo esplendor.
Por supuesto, la joya le fue devuelta a la actriz en un estuche con el nombre de la casa.
¿Quieres conocer mas historias sobre alhajas? Sigue visitando nuestro blog
¿Qué piensas?